Milton Hershey, un lujo al alcance de todos!


Este emprendedor que después de varios fracasos pudo hacer del chocolate un gusto para todos
Milton Hershey (1857 - 1945) - A los 28 años Milton Hershey acumulaba dos fracasos empresariales, dos bolsillos totalmente vacíos y una familia que había aportado todos sus recursos para apoyar sus emprendimientos. En lugar de echarse a llorar, se lanzó a una tercera aventura, sin capital de trabajo y apenas una orden de un comprador. Allí comenzó la historia de una las empresas de chocolates más famosas y ricas del mundo.
Aunque Hershey es uno de aquellos pioneros de las industrias modernas del siglo XX, su historia de fracasos y nuevos intentos lo han erigido como uno de los grandes emprendedores. Su familia era descendiente de inmigrantes alemanes, que se afincaron en una región rural de Pennsylvania. Su padre era un soñador que nunca tuvo éxito en ninguna de las aventuras empresariales que emprendió y que obligaban a la familia a viajar continuamente por todo el país.
La historia atribuye a la madre de Hershey buena parte de su éxito. Verónica 'Fanny' Hershey era una mujer muy religiosa dedicada a cultivar los ritos de la secta Menonita, cuyos seguidores cultivaban una vida estricta. Ella le inculcó el valor del trabajo duro y de la perseverancia que le ayudaron a superar todos los fracasos.
Por su origen y su vida nómada, Hershey nunca tuvo acceso a una buena educación formal -durante 8 años asistió a 7 escuelas diferentes- lo que lo llevó más tarde a crear una escuela para niños huérfanos en la que chicos sin dinero pudieran tener los conocimientos que él no logró en su infancia. Antes de los 12 años ya se encontraba trabajando en un periódico Anglo-Alemán pero muy pronto se dio cuenta de que ese no era su lugar.


("darles la calidad que es el mejor tipo de publicidad en el mundo!")
Por recomendación de su madre, a los 14 años entró como ayudante de un fabricante de dulces que le enseñó buena parte de los secretos de la industria. A los 18 años, Hershey se sintió listo para lanzarse a crear su propia empresa. A pesar de las largas horas de duro trabajo y de los recursos que la familia de su madre le prestó para la empresa, después de seis años se fue a la bancarrota.
Sólo dos meses le tomó embarcarse en otra aventura empresarial. En ese período estuvo empleado en una fábrica de dulces en donde aprendió las ventajas de preparar caramelos con leche fresca -alargaban la vida del producto y le daban una mejor textura-. Para recomenzar viajó a Nueva York y abrió una nueva compañía. De nuevo el fracaso lo golpeó.


A los 28 años de edad estaba de regreso en Pennsylvania y en la ruina absoluta. Pero en lugar de darse por vencido, se arriesgó a montar una planta de producción de caramelos con un escasísimo capital. Logró convencer a un conocido importador inglés de comprar sus caramelos, con el compromiso de producir una cifra absurdamente alta. Con la orden de compra en la mano, Hershey convenció a un banquero local para que financiara la expansión de su fábrica. Y lo logró.


En cuatro años Milton Hershey tenía una de las empresas de caramelos más prósperas de los Estados Unidos. Como buen emprendedor, gustaba de visitar ferias y exposiciones, fue en una de ellas que conoció el proceso de elaboración de chocolates. Aquel día, Hershey salió de allí convencido de que el futuro estaba en el chocolate.
Negoció la venta de su empresa y compró la maquinaria suficiente para montar una nueva fábrica, esta vez productora de chocolate en distintas variedades. Ese fue el cuarto comienzo de una historia en la que la perseverancia fue fundamental para construir el emporio que hoy se erige sobre millones de barras de chocolate.
Factor clave: puso un producto, antes reservado para los ricos, al alcance de las masas.

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